martes, 26 de abril de 2011

La Balsa de la Medusa

La Balsa de la Medusa (Francés: Le Radeau de la Méduse) es una pintura al óleo hecha por el pintor y litógrafo francés del Romanticismo, Théodore Géricault entre 1818 y 1819. La pintura se terminó cuando el artista tenía únicamente 27 años, el trabajo se convirtió en un icono del Romanticismo francés. Es una pintura de formato grande (491 cm × 716 cm), La Balsa de la Medusa representa un momento de las consecuencias del naufragio de la fragata de la marina francesa Méduse, que encalló frente a la costa de Mauritania el 5 de julio de 1816. Por lo menos 147 personas quedaron a la deriva en una balsa construida apresuradamente, y todas ellas excepto 15 murieron durante los 13 días que tardaron en ser rescatadas, y las que sobrevivieron soportaron el hambre, la deshidratación, el canibalismo y la locura. El evento llegó a ser un escándalo internacional, en parte porque sus causas fueron atribuidas a la incompetencia del capitán francés actuando bajo la autoridad de la reciente y restaurada Monarquía francesa.

Al seleccionar esa tragedia como el tema de su primer trabajo importante —una descripción (la cual no le fue encargada) de un evento reciente en esa época— Géricault conscientemente seleccionó un incidente muy conocido que pudiera generar un gran interés público y al mismo tiempo que pudiera ayudarlo a comenzar su carrera. El evento en sí fascinó al artista, y antes de comenzar a trabajar en la pintura final, emprendió una investigación intensa y produjo muchos bocetos preparativos. Entrevistó a dos de los supervivientes, y construyó un modelo detallado a escala de la balsa. Su empeño le llevó a ir a morgues y hospitales donde pudiera ver de primera mano el color y la textura de la carne de las personas agonizantes y de las que estaban muertas. Como el artista había anticipado, la pintura probó ser altamente polémica en su primera exhibición en el Salón de París de 1819, atrayendo elogios apasionados y condenas por igual. No obstante, esto estableció su reputación internacional, y hasta nuestros días (año 2010) es visto ampliamente como seminal en la historia temprana del movimiento romanticista en la pintura francesa.

Aunque La Balsa de la Medusa mantiene elementos de las tradiciones de la pintura histórica, tanto la elección del tema de la pintura como su dramática presentación, representan un rompimiento con respecto a la calma y orden de la escuela neoclasicista entonces prevalente. El trabajo de Géricault atrajo la atención casi de inmediato a partir de su primera muestra, y a la subsiguiente exhibición en Londres. Fue adquirida por el Louvre poco tiempo después de la muerte prematura del artista a los 32 años de edad. La influencia de la pintura puede ser vista en los trabajos de Eugène Delacroix, J. M. W. Turner, Gustave Courbet y Édouard Manet.

En junio de 1816, la fragata francesa Méduse partió de Rochefort, con rumbo al puerto senegalés de Saint-Louis. Dirigía un convoy compuesto por otras tres embarcaciones: el buque-bodega Loire, el bergantín Argus y la corbeta Écho. El Vizconde Hugues Duroy de Chaumereys había sido asignado como capitán de la fragata pese a haber apenas navegado en 20 años. La misión de la fragata era la de aceptar la devolución británica de la entonces colonia de Senegal bajo los términos de franceses de la Paz de París. El gobernador francés designado para Senegal, el Coronel Julien-Désiré Schmaltz y su esposa, Reine Schmaltz estaban entre los pasajeros.

En un esfuerzo por lograr hacer un buen tiempo, la Méduse se adelantó a las otras naves, pero debido a su velocidad fue al garete y se desvió de su curso 100 kilómetros. El 2 de julio encalló en un banco de arena en la costa de África Occidental, cerca de la actual Mauritania. La colisión se debió ampliamente a la incompetencia de De Chaumereys, un francés emigrado quien carecía de experiencia y habilidad, pero que habría conseguido esa comisión como resultado de un acto de favoritismo político. Los esfuerzos por liberar el barco fueron infructuosos, así que, el 5 de julio, los aterrados pasajeros y la tripulación intentaron viajar los 60 kilómetros que los separaban de la costa africana en los seis botes de la fragata. Aunque la Méduse llevaba 400 personas, incluyendo una tripulación de 160, en esos botes solo había espacio para 250 de ellas. El resto de la dotación del buque -al menos 146 hombres y una mujer— se apiñaron en una balsa apresuradamente construida de 20 metros de largo por 7 de ancho, la cual se sumergió parcialmente una vez que fue cargada. Diecisiete miembros de la tripulación decidieron quedarse a bordo de la Méduse. El capitán y la tripulación a bordo de los otros botes intentaron arrastrar la balsa, pero después de sólo unos pocos kilómetros, las amarras de la balsa se soltaron por sí solas o alguien las soltó. El capitán dejó a los pasajeros de la balsa entregados a su suerte. La situación se degradó rápidamente, desde la primera noche 20 hombres se suicidaron o habrían sido asesinados, ya que para el sustento de la tripulación de la balsa sólo se les entregó una bolsa de galletas del buque (consumida en el primer día), dos contenedores de agua (perdidos por la borda durante las peleas) y unos barriles de vino.

Según el crítico Jonathan Miles, la balsa arrastró a los supervivientes "hacia las fronteras de la experiencia humana. Desquiciados, sedientos y hambrientos, asesinaron a los amotinados, comieron de sus compañeros muertos y mataron a los más débiles. Después de 13 días, el 17 de julio de 1816, la balsa fue rescatada por la nave Argus únicamente por suerte ya que no hubo ningún intento de búsqueda de la balsa por parte de los franceses. Al momento del rescate solo habían sobrevivido 15 hombres; los demás habrían sido asesinados o arrojados por la borda por sus propios camaradas, muertos por inanición, o se habrían arrojado ellos mismos al mar en su desesperación. Este incidente se convirtió en una enorme vergüenza pública para la monarquía francesa, recientemente restaurada en el poder después de la derrota definitiva de Napoleón.





Análisis del cuadro

La pintura no tiene simetría, sino que presenta más bien un desorden intencionado acorde con el tema representado. Varias líneas directrices (una de ellas la principal), dos planos (primero la balsa y de fondo el paisaje), en definitiva, una estructura piramidal sobre una base inestable (el mar).
Una línea parte del cadáver de la izquierda con las piernas en el agua y asciende hasta el marino que agita un trapo en dirección al barco que acude al rescate. La disposición se ajusta a la realidad histórica: los 15 náufragos de la balsa de la Méduse fueron rescatados por el Argus. El sentido ascendente de la línea marca la sucesión de sentimientos experimentados por los náufragos, desde la desesperación a la esperanza. También la luz refuerza esta idea de final de la odisea con las nubes más negras a la izquierda, y el cielo más luminoso en la lejanía y recortándose entre las cabezas de los marinos más destacados. Finalmente, se corresponde con la mirada clásica del espectador occidental, que "lee" la pintura de izquierda a derecha.
La balsa, levantada por las olas, se adentra oblicuamente al interior del espacio pictórico. La figuras agrupadas, configurando una pirámide, acentúan ese movimiento "hacia dentro".

Géricault ha reducido considerablemente el tamaño del barco rescatador en su pintura, hasta el punto que lo representa como un pequeño punto apenas sugerido en el horizonte. Si observamos la vela de la balsa, nos damos cuenta de que el viento sopla en una dirección que no acerca precisamente la balsa al barco: hacia la izquierda, en sentido contrario al de la lectura; podríamos decir que simbólicamente el viento sopla hacia la muerte. Además tiene un efecto negativo sobre el equilibrio de fuerzas de la escena.
Perspectiva: No hay punto de fuga, ya que las otras dos bordas de la balsa están ocultas por los personajes que se encuentran en ella. El encuadre es frontal.

Tipo de espacio: espacio "teatral", compuesto (los personajes están dispuestos formando una curva que se dirige a la esquina superior derecha del lienzo).

Colores: La paleta es muy reducida, va del beis al negro pasando por los tonos pardos claros y oscuros. Consigue, de este modo, una atmósfera de tonos cálidos con colores armonizados que produce una impresión dramática de angustia y desamparo. El color dominante es el beis oscuro y apagado. Sin embargo, existe un elemento que se destaca del resto por su color: se trata de la estola rojiza que lleva el anciano que sujeta un cadáver con la mano, en la parte izquierda inferior del cuadro.

Pincelada: El romanticismo se caracteriza por una pincelada suelta y unos contornos imprecisos, como es el caso de este lienzo.

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