domingo, 27 de marzo de 2011

Las cosas simples, Morandi.

Biografía 

Nacido en 1890 en Bolonia, en el seno de una familia de clase media, Giorgio Morandi, tras un breve período en el que trabajó en la oficina comercial que dirigía su padre,encauza su vida por el terreno de la plástica asistiendo a la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal. Es la época en la que - a través de las reproducciones en blanco y negro del libro de Vittorio Picca  “Los impresionistas franceses” - va a descubrir a un Cézanne que será influencia permanente en su obra y a cuyo través va a estudiar las realizaciones de los, tras un viaje a Florencia a su vez descubiertos, primitivos renacentistas italianos: Giotto,Masaccio y, especialmente, Uccello. Junto a ellos, las páginas de la revista La Voce le habían asimismo acercado a los trabajos de Derain, del Aduanero Rousseau y del cubismo de Picasso y Braque.
    Tras superar en 1913, con ciertas dificultades, el examen de aptitud para la enseñanza, consigue una modesta plaza de profesor suplente en Escuelas Elementales que mantendrá hasta 1929 y que le llevará a pueblos perdidos de la región de  la Emilia, un trabajo que mantendrá hasta 1929. También  en 1913, había comenzado a relacionarse con los futuristas por mediación de su compañero de estudios Osvaldo Licini, que le había puesto en contacto con Marinetti, Russolo y Boccioni, e incluso presenta dos obras a la Primera Exposición Futurista Libre, celebrada entre abril y mayo de 1914 en Roma. No obstante, mantiene su independencia frente a este movimiento en tanto que, sin perder la impronta cezanniana, se va aproximando al cubismo.
   La primera guerra mundial va a interrumpir su carrera. Llamado a filas en 1915,enferma y es internado en un hospital. Aunque durante este tiempo pinta poco y destruye la mayor parte de su trabajo, sus problemas de salud no le impiden llevar a cabo un profundo proceso de reflexión que desemboca en 1918 en su llamado período metafísico.Ese mismo año conoce a Mario Broglio, editor de la revista Valori Plastici, y firma con él un contrato por toda su obra, que estará en vigor hasta 1924. Gracias a ello expondrá en 1921  en varias ciudades alemanas y, al año siguiente, en la Fiorentina Primaverile, muestra en cuyo catálogo apareció el antes aludido texto de Giorgio de Chirico asociando su obra a lo que llamó “la metafísica de los objetos más comunes”. 

   Superada a su vez la influencia de de Chirico, inicia su dedicación al paisaje y al bodegón con trabajos en los que es patente la influencia de Cézanne, e intensifica sus investigaciones sobre el grabado, una técnica que llegó a dominar con precisión y que le llevó a ser, entre 1930 y 1956 , profesor de grabado al aguafuerte en la Academia de Bellas Artes de su ciudad de origen. En 1945 se celebra su primera exposición individual, en la galería Fiore de Florencia, en 1948 es galardonado con el Primer Premio de la Bienal de Venecia y en 1957 con el gran premio de la de Sao Paulo. Falleció en 1964 en Bolonia. 

Su obra
Un paño, una cesta, dos o tres botellas...casi tan tranquila y silenciosa como su propia vida, la mirada de Morandi hizo del bodegón uno de sus temas preferidos, junto al paisaje y al retrato, hasta tal punto que es casi inevitable que no sea la de una de sus tan tocadas de pureza naturalezas muertas,entre cézannianas y cubistas, la primera imagen que se configura en la conciencia de cualquier aficionado al arte al simple escuchar su nombre. Es por ello que las quince obras de pequeño formato que componen la reducida pero delicada muestra que, propiciada por la Fundación Juan March,  se abre hoy en el edificio de las Casas Colgadas conquenses representan un buen acercamiento al universo icónico del pintor boloñés.

 De Giotto a Cézzane
En esta época, Morandi conoce la obra de Paul Cézanne a través de las reproducciones en blanco y negro del libro de Vittorio Picca Los impresionistas franceses; el maestro de Aix ejercerá una influencia decisiva en Morandi, especialmente en su larga serie de bodegones, que inicia en estos años. Poco después, las páginas de la revista La Voce le acercan la
obra de Derain, el Aduanero Rousseau y el cubismo de Picasso y Braque. Los estímulos modernos no son los únicos que actúan en su formación, pues, durante una estancia en Florencia, también en el decisivo año de 1910, Morandi queda fascinado por las obras de Giotto, Masaccio y, especialmente, de Paolo Uccello. En 1913, tras superar con ciertas dificultades el examen de aptitud para la enseñanza, consigue una modesta plaza de profesor suplente en escuelas elementales, que mantendrá hasta 1929 y que le llevará a pueblos perdidos de la Emilia. De esta época, De Chirico escribiría: "para mantener su obra en la pureza, de noche en las aulas desoladas de alguna escuela elemental, Morandi enseña a los niños las leyes eternas del dibujo geométrico, el fundamento de toda gran belleza y de toda profunda melancolía ".

Episodio metafísico 
También en 1913, el pintor comienza a relacionarse con los futuristas por mediación de su compañero de estudios Osvaldo Licini, quien le pone en contacto con Marinetti, Russolo y Boccioni. En los meses siguientes, Morandi asiste con cierta frecuencia a las reuniones del grupo y presenta dos obras a la Primera Exposición Futurista Libre, celebrada entre abril y mayo de 1914 en Roma. Pese a estos contactos, mantiene la independencia frente al movimiento liderado por Marinetti y, sin perder la impronta cezanniana, se va aproximando al cubismo. Morandi, que en 1912 había comenzado su importante actividad como grabador, verá su carrera bruscamente interrumpida por la Primera Guerra Mundial; llamado a filas en
1915, enferma gravemente y ha de ser internado en un hospital.
Aunque de estos años se conservan escasas obras -pinta poco y destruye la mayor parte de su trabajo-, los problemas de salud no le impiden llevar a cabo un profundo proceso de reflexión que desemboca en 1918 en el denominado periodo metafísico.
Ese año, Morandi conoce a Mario Broglio, editor de la revista Valori Plastici, y firma con él un contrato por toda su obra, que estará en vigor hasta 1924. Gracias a Broglio, podrá exponer en varias ciudades alemanas en 1921 y, el año siguiente, en la Fiorentina Primaverile, muestra en cuyo catálogo apareció el célebre texto de Giorgio de Chirico que asociaba la obra del pintor boloñés a lo que llamó "la metafísica de los objetos más comunes".

Actitud independiente
Pese a su relación con artistas como Carra o De Chirico, que agrupados en torno a Valori Plastici propugnan una vuelta al clasicismo ya la tradición, Morandi mantiene una posición independiente y sus obras de los primeros años veinte están más próximas al espíritu de Chardin o Corot que al de sus contemporáneos. Con todo, Morandi siguió interesado en los movimientos artísticos de su época; participó en las dos exposiciones del Novecento italiano, celebradas en 1926 y 1929, y mantuvo una relación estrecha con el grupo de intelectuales reunidos en torno a la revista Il SelVaggio, con los que concurre a la II Exposición Internacional del Grabado Moderno, celebrada en Florencia en 1927. Las exposiciones se multiplican, tanto dentro como fuera de Italia, aunque el primer viaje de Morandi al extranjero no se produciría hasta 1956. Esta actividad no le impide continuar con la carrera docente y en 1930 se le adjudica sin oposición -atendiendo a sus "méritos especiales"- la cátedra de grabado de la Academia de Bellas Artes de Bolonia, de la que será titular hasta 1956.


[Img #15624]
“Naturaleza muerta, con la tela a la izquierda” Giorgio Morandi , 1927
La belleza de la sencillez

Creadas en lo que se ha descrito como “el religioso espacio de su estudio”, las esquemáticas, casi cabría decir que idealizadas naturalezas muertas morandianas conforman una iconografía absolutamente personal y propia, serenamente revestida de quietud y silencio, en la que late eso que Antonio Rojas ha descrito como “el sublime reflejo del espíritu humano”. Unas obras en las que manda la sustantividad de un dibujo geométrico teñido de una melancólica belleza, la de su misma esencial sencillez; unas obras en las que vasos, tazas o jarras se tornan esenciales protagonistas convirtiendo los bodegones morandianos en paradigma de lo que Giorigio de Chirico no dudara en llamar “la metafísica de los objetos más comunes”; unas obras transfiguradas por lo que, a su vez, Cristino de Vera calificara como  el “silencioso y musitado aliento de la luz”, una luz que se adueña de los planos de silencio en que respira el conjunto todo.
Un hacer tranquilo y callado.




En mi opinión el encanto de las obras de Morandi esta en sus bodegones con un tema atmósferico y silencioso, aunque a al mismo tiempo intranquilas por esas enormes pinceladas que mueven la densa pasta de sus pinturas; en la gran fuerza que muestran los utensilios representados, que nos muestran pero aun asi pueden respirar cada una de sus obras; y en la forma de construir estructuras y volúmenes con tan pocos colores que casi se pueden contar con los dedos de las manos pero que una vez puestos en el lienzo, la incidencia de la luz nos engaña y nos hace creer que hay muchos más creando una gran armonía en la composición y riqueza.


Enlace encontrado; http://www.youtube.com/watch?v=Zfm_09bFKuc&NR=1&feature=fvwp

3 comentarios:

  1. Me gusta Morandi. Gracias por la recensión.

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  2. Me alegro mucho de que alguien lea los trabajos, me es muy grato. GRACIASSSSSSSSSSS

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  3. me agrada la sencillez de Morandi, es relajante y por alguna razon me hace pensar en Zobel, uno de mis pintores favoritos.

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